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UNA PRECIOSA CASONA CÁNTABRA REFORMADA ES AHORA LA CASA-TALLER DE UNA PAREJA DE ARTISTAS

POR VALENTINA JUAN. REALIZACIÓN: MERCEDES RUIZ-MATEOS.

27 mar. 2024

La interiorista y paisajista María González Camino y el pintor y escultor Fernando Bermejo han transformado un viejo edificio de piedra del siglo XVIII en su refugio familiar para vivir y crear.

Esta casona cántabra debe su nombre, Bermino, a un juego simple de palabras que mezcla los dos apellidos de sus propietarios, Fernando Bermejo y María González Camino, él pintor y escultor, y ella paisajista y decoradora. Dicho apelativo les hace justicia, porque este proyecto largamente madurado ha sido un pas de deux en el que han puesto mucho de sí mismos. El ímprobo trabajo de restauración, el magnífico diseño de los interiores y el jardín o el soplo artístico que recorre los distintos espacios, todo lleva su impronta.

Construida en 1720 como vivienda y cuadra, la edificación se hallaba en estado ruinoso cuando la encontraron. Además, estaba segregada en dos. "Tuvimos que comprar la primera parte, que era la más grande, y esperar (y confiar) para poder adquirir la segunda", explica María. En ese momento sus fachadas históricas eran lo mejor conservado, especialmente la principal de sillería, del siglo XVIII, aunque faltaba la típica solana o balcón que recorre las casas montañesas orientadas al Sur. Un tabique de ladrillo visto la partía, dividiendo también por la mitad la placa heráldica. "El día que pudimos derruir el tabique para unir las dos partes y a los leones rampantes del escudo hicimos una gran fiesta". Además, la propiedad se amplió en altura hacia la fachada Norte, del siglo XIX y estilo montañés clásico. El portalón de entrada fue la primera pieza comprada (antes de iniciar las obras) a los Hermanos Holgueras, en Aranda de Duero.

Los trabajos de rehabilitación respetaron época y carácter constructivo a la hora de abrir huecos para potenciar la luz, renovar el tejado, elegir la carpintería exterior o los acabados. Se reutilizó lo poco que se pudo: vigas, ladrillos y losas, y se imitaron técnicas locales con elementos nuevos. También hay un componente sentimental en la elección de ciertos materiales, como la madera que reviste la planta baja, extraída de un roble que plantaron el año de su boda los abuelos de María y que posteriormente derribó el viento. O los suelos de madera de castaño, la mayoría procedentes de ejemplares muertos de un bosque de la familia. O la estantería de uno de los corredores, realizada con las tablas del pesebre de lo que en tiempos fue la antigua cuadra.

La idea en los interiores era "hacer espacios acogedores, equilibrados y muy personales", añade González Camino. Se ha conseguido con un buen manejo de la iluminación natural y artificial, con la calidez que imprimen los revestimientos naturales, con un mix ecléctico y acertado de muebles modernos y antiguos, de herencia y anticuarios... Pero, sobre todo, con el arte. Forma parte del contexto cotidiano. Las pinturas y esculturas de Fernando Bermejo y de otros artistas contemporáneos crean atmósferas poéticas dentro y fuera de la casa, porque el jardín, con sus volúmenes esculpidos, es un formidable espacio expositivo. Diseñado por la propietaria, está rodeado por una tapia de piedra que permite absoluta privacidad pero no impide ver el paisaje colindante. El horizonte quebrado y verde de la montaña de Cantabria.

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